HABLAMOS CON... Esteban Bravo López-Cano: "Es muy triste que un kiosco de prensa tenga que desaparecer"
¿Quién no conoce en Ciudad Real a Esteban el kiosquero? Más de 45 años al pie del cañón, sin faltar ni un día y con jornadas maratonianas, de 5,30 de la mañana a 9 de la noche. Simpático como pocos, atento siempre, madridista de pura cepa, lector habitual de prensa, en papel por favor, aunque ahora los titulares los revisa online, Esteban Bravo López-Cano (Ciudad Real, 1954) cumplirá 65 años el próximo 3 de agosto. ¿Se jubilará? No lo sabe aún, pero confiesa que, si la salud se lo permite y la economía le ayuda, continuará un poco, pero si no, se despide con la tranquilidad del deber cumplido, no sin lamentar el poco apoyo al papel, un soporte inigualable frente a lo digital, digan lo que digan y quién lo diga, defiende. Con su permiso, metidos en su kiosco de la avenida el Torreón, su segunda casa, ayeryhoynews se sumerge un poco más en la vida de Esteban, uno de los últimos kiosqueros de prensa de Ciudad Real.
Pregunta.- Háblame un poco de ti, Esteban, ¿dónde naciste?
Respuesta.- Soy de Malagón, aunque nací en Ciudad Real. A la edad de 14 años, cuando concluí el colegio, me vine para la capital donde trabajé con una persona dedicada a poner casetas de helado en la vía pública.
P.- ¿Cuándo surge la oportunidad de ser kiosquero?
R.- Al poco tiempo. Eran mediados de los 70 y apenas contaba con 16 años cuando me enteré de que salían a subasta los kioscos de prensa, inexistentes hasta entonces en Ciudad Real. Opté a ello y tuve la suerte de que me asignaran uno, el mismo que piso cada mañana desde hace más de 40 años en la avenida del Torreón. Exceptuando diez años, de 1990 a 2000, en el que el kiosco lo regentó un familiar para yo dedicarme a otro trabajo, he estado siempre en el mismo sitio.
En esa época el trabajo iba rodado, había muchas publicaciones en papel, todo se leía en papel, la oferta de periódicos era grande, era duro, pero se vendía mucho y merecía la pena.
P.- ¿Por qué dices que es un trabajo duro?
R.- Duro no sería la palabra, procedo de familia del campo y eso sí que es sacrificado, si bien es cierto que la actividad agraria ha cambiado; pero el kiosco es muy rutinario. Abrimos muy temprano y cerramos muy tarde. Cuando era joven, me quería comer el mundo, ambicionaba llegar a lo más alto. Para ello, me tiraba muchas horas trabajando, de madrugada iba a por la prensa, incluso comía aquí, estaba los sábados y los domingos..., pero merecía la pena porque ganaba dinero.
Este trabajo quema mucho, cuando no lo has vivido. Cuando estás en el día a día, es algo muy rutinario
Sin embargo, ahora no. Es evidente que muchos puntos de venta de prensa y revistas de Ciudad Real han desaparecido, apenas quedamos dos compañeros y yo, que vamos aguantando malamente. Aunque personalmente no puedo quejarme, me conoce todo el mundo y he hecho una clientela que me permite salir adelante.
P.- ¿Cuál es tu horario de lunes a domingo?
R.- Me da vergüenza decirlo. Todos los días, de lunes a domingo, me levanto a las cinco menos cuarto de la madrugada y comienzo mi jornada laboral a las 5,30. De casa me dirijo a la distribuidora de prensa y a las 6 hago el reparto de periódicos en los puntos fijos, unos 10. A las ocho y cuarto abro el kiosco hasta las 3 tarde, y por la tarde vuelvo a abrir de 5 de la tarde a 9 de la noche, de lunes a viernes. Desde hace unos diez años, los sábados, domingos y festivos estoy en el kiosco hasta las 3 de la tarde.
Este trabajo quema mucho, cuando no lo has vivido. Cuando estás en el día a día, como nosotros, es algo rutinario, que se rompe únicamente cuando te vas de vacaciones, y cuando vuelves, ¡cuánto trabajo cuesta volver a madrugar! (sonríe).
P.- ¿Y la familia qué dice?
R.- Está acostumbrada. Mis dos hijos se han buscado sus propios trabajos, no es que no les guste el kiosco, pero han comprobado las ataduras que acarrea, además de que en la actualidad no es rentable.
P.- En los años dorados de la prensa, ¿cuántos periódicos podías llegar a vender?
R.- No sabría decirte, pero se vendía mucho, no sólo prensa, sino de todo; todos los kiosqueros hemos salido adelante y hemos ganado una peseta. Te pongo algunos ejemplos. Con el boom de informática, salieron al kiosco muchísimas revistas de informática que me las quitaban de las manos, pero ahora nada. Lo mismo sucede con las revistas del corazón, no se compran, aunque si traen regalo, una crema o cualquier cosa, sí, entonces sí. Incluso hay gente que se lleva 3 o 4 ejemplares y te dicen que te quedes con la revista y se llevan el regalo, es una pena. Este mes han venido Marie Claire y la Vogue sin regalo y no he vendido ni una. Antiguamente, no, no traían regalo y se vendían todas.
Para el recuerdo quedan publicaciones míticas como la Revista Bravo, el Interviú, la Superpop o la de Tele Indiscreta que se vendía a montones. Es curioso, pero lo que más se vendía, es lo que ha desaparecido. Algunas otras revistas, como la de Muy Interesante, hacen repeticiones y especiales para salir adelante.
El papel no lo quiere nadie, todo el mundo apuesta por lo digital, pero lo que no quiere es comprarlo nadie
P.- En cuanto a volumen de ejemplares, ¿ha bajado mucho?
R.- Sí, ha cambiado, como el día y la noche. Con la pandemia bajó mucho. Decían que el papel contagiaba, una mentira grandísima, el mismo periódico Marca hizo un escrito desmintiendo tal cosa, escrito que algunos bares colocaron en sus locales. Hablando de bares, no hace tanto tiempo que la gente se peleaba por coger el Marca o el periódico local cuando iba a tomar un vino o una caña, pero ahora cuando vas a cualquier establecimiento está intacto. Sin embargo, curiosamente, la gente “se mata” por coger La Tribuna gratuita, pero no un ejemplar sino varios; el papel no lo quiere nadie, pero lo que no quiere es comprarlo nadie.
P.- Sí, como nuestra revista Ayer&hoy, que es gratuita…
R.- Y una buena revista, cuántas quisieran tener ese papel, esa portada… La gente me la pide, la espera cada mes, los contenidos están muy bien; además la encuentras en los hoteles, los bares y tiene tiro, porque es gratuita; ponle un precio y verás…
P.- ¿Qué es lo que más vendes ahora?
R.- Resulta hasta chocante e incluso feo decir que la mayor venta en mi kiosco de prensa sean las colecciones de editoriales. Sólo se vende el número 1, les damos publicidad a las casas editoriales; para el resto de números, las propias editoriales dan unas facilidades a los suscriptores que nosotros no podemos hacer. Este modo de venta nunca se ha entendido, pero es así. Aparte de las colecciones, me voy defendiendo con los periódicos, las revistas y los cromos.
P.- Anécdotas, curiosidades…
R.- Te podría contar un millón. Cuando vivían mis padres, Justina y Genaro, se quedaban aquí en el kiosco conmigo, los echo mucho en falta.
Destacaría también la venta de periódicos los domingos, se ponía la gente en fila, se formaba una cola enorme, y vendía uno tras otro. La lotería de Navidad era muy importante, nos llegaban montones y montones de ejemplares al día siguiente, y desde bien temprano la gente estaba esperando, se vendía una barbaridad, pero hoy es un día como otro cualquiera.
P.- Esteban, ¿cómo lees la prensa ahora?
R.- Miro por internet, pero sólo leo los titulares, no pincho, si tengo que ver una crónica de mi equipo cojo el Marca, el As y me lo leo, que es donde te enteras realmente. ¿Cuál es mi equipo?, el mejor de toda la vida, el Real Madrid, lo digo muy claro y muy alto. Soy abonado del Madrid, antes me iba todos los fines de semana al Bernabéu con mi hijo, me tiraba dos horas de viaje y madrugaba al día siguiente pero no me importaba, y ahora lo veo desde la televisión con un refresco tranquilamente en casa.
Ahora miro por internet los titulares, pero si tengo que leer una crónica de mi equipo cojo el periódico, que es donde te enteras realmente
P.- Como autónomo, ¿has faltado algún día?
R.- Afortunadamente, gracias a Dios, no he faltado ni un día. Cuando ha venido mi mujer, reconoce que esto tiene su intríngulis, porque hay que reservar cosas a este o a aquel cliente y lleva algo de follón, pero nadie es imprescindible. Mi único capricho ha sido cogerme 15 días de vacaciones, antes; ahora como mucho 7 días. Cuando escucho las noticias de que hay gente que se levanta a las 6 y media para poner la sombrilla en la playa, yo no; para trabajar sí, pero en vacaciones no.
P.- ¿Qué deseo o reivindicación pedirías para los kiosqueros?
R.- A quien corresponda, que apoye un poco el papel, aunque creo que llegamos tarde, porque es lo digital lo que interesa, por los motivos que sean. Es muy triste que un kiosco de toda la vida tenga que desaparecer. Antes, había en la entrada del parque de Gasset, en la plaza de San Francisco hace muchísimos años, al final de la Avenida del Torreón, en los Ángeles, que por cierto lo regentaba mi cuñada y aguantó hasta que pudo. De los cerrados recientemente, se abrirán dos, uno para venta de flores y otro para recogida de paquetes.
Ayer&hoy es una buena revista, cuántas quisieran tener ese papel, esa portada… La gente me la pide, tiene tiro, porque es gratuita, pero ponle un precio y verás
P.- La profesión de kiosquero es solitaria o no, ¿qué te ha aportado?
R.- Si eres una persona abierta como yo, es una profesión muy bonita porque conoces a muchísima gente, más de la que te puedas imaginar, a tantas personas que ni te acuerdas. Ten en cuenta que aquí llevo toda una vida y por mi kiosco ha pasado muchísima gente. Tanta que cuando me voy de vacaciones, en alguna ocasión alguien me ha reconocido y me ha saludado afectuosamente.
P.- ¿Contigo desaparece una profesión en Ciudad Real?
R.- Como no cambie esto de lo escrito, claro que va a desaparecer, ojalá no fuera así, pero no hay apoyo. Parece que el papel no es rentable para nadie, todo va por digital, pero creo que es una equivocación: leer una revista, un periódico o un libro en papel no tiene nada que ver con lo otro. Es así. Yo, al fin y al cabo, dentro de nada hago 65 años y ya veré lo que hago, si estoy bien seguiré un poco, siempre y cuando me interese económicamente. Si no, pues a disfrutar que para eso llevo cotizando toda la vida, ya son 45 o 46 años, que se dice pronto, pero hay que pasarlos, y quizá tenga derecho a un merecido descanso. Porque ventajas no tenemos ninguna por parte de nadie y cuando llega la hora de pagar impuestos, pagas, y si no, adiós.