José Juan Ruiz Gómez nombrado Académico de Honor de la Argamasilla

XVII Juicio Crítico Literario, celebrado en la Casa de Medrano.

El presidente del Real Instituto Elcano recibió el título en el XVII Juicio Crítico Literario, en cuyo litigio fue defendido por José María Barreda mientras que la acusación la ejerció Luis Arroyo

El taranconero, economista y actual presidente del Real Instituto Elcano, José Juan Ruiz Gómez (Tarancón, Cuenca, 1957), fue nombrado, el pasado sábado 11 de junio en Argamasilla de Alba, Académico de Honor por la Asociación Cultural “Los Académicos de la Argamasilla” en el XVII Juicio Crítico Literario, celebrado en la Casa de Medrano, lugar que vio nacer las aventuras de don Quijote de La Mancha. Un acto organizado por la propia asociación cultural y el Ayuntamiento de Argamasilla de Alba.

La ilustre sesión estuvo presidida, honorariamente, por Rafael Torres Ugena, presidente de la Cooperativa “Virgen de las Viñas” de Tomelloso, vicepresidente del Consejo Rector de Globalcaja y presidente de la Fundación Globalcaja “Horizonte XXII”, ejerciendo de presidenta, Pilar Serrano de Menchén, y de vicepresidente Obdulio Hilario Torres, presidenta y vicepresidente de Los Académicos.

Intentó convencer con sus argumentaciones al insigne tribunal Luis Arroyo Zapatero, en las funciones de fiscal acusador con la exposición de motivos: “Contra el epígono de los funestos economistas: José Juan Ruíz”; asimismo, José María Barreda Fontes, en las de abogado defensor, hizo lo propio con su alegato: “No es un arbitrista milagrero este taranconero ilustre”; mientras que en su defensa el encausado declaró: “¿Qué hecho yo para merecer esto?...”

Según el encausado, la razón última de nuestro éxito es haber convencido a los demás, y antes a nosotros mismos de que los manchegos somos la perfecta fusión de dos personajes de ficción, de don Quijote y Sancho Panza, “de un idealista que transforma la realidad para que esta se parezca a sus sueños y de un pragmático escudero que trata de mantenerlo pegado a lo mundano, a las cosas de comer”.

El fiscal, que puso de manifiesto los buenos contactos y la privilegiada información que tenía sobre el encausado, al cual acusó, entre otras muchas, de “muy ambicioso” y de no carecer de límite, “cuando tiene que irse a otra parte a vivir no lo hace a cualquier sitio, lo hace a la capital del mundo, a Washington”, donde no agasaja a sus invitados con las viandas típicas conquenses, sino con aquellas más propias del levante español, que él mismo prepara, reprochándole que no hiciera patria a través de la gastronomía.

“No es un arbitrista milagrero este taranconense ilustre, al que las malas lenguas y peores sentimientos quieren dar con él en galeras o en la cárcel”, indicaba el abogado defensor, que subrayó que el encausado es un hombre que merece reconocimiento y no enjuiciamiento, “un sabio con preparación para interpretar bien nuestro presente, no mirando una bola de cristal, ni imaginando ocurrencias, sino aplicando la observación y la ciencia para analizar la realidad y así poder mejorarla”.

Por lo que pidió al jurado la absolución de su defendido, “no merece cárcel ni galeras, tampoco sanción pecuniaria, si acaso, y tal vez por desagravio por esta farsa, que por hacerle padecer pueden invitarle amablemente a reflexionar en la Cueva de Medrano donde tendrá la oportunidad de sentir el alma inmortal de Cervantes, que preside, que se presiente en ese mágico recinto sagrado, un lugar de memoria, templo de la literatura universal”.

Una vez escuchadas las partes, el jurado sentenció que por parte del fiscal no había cargos sino “una bien aliñada retórica”, al igual que el defensor, que en su labor trazó lo importante y bueno del encausado “con elogiosas palabras”. Por lo que consideró “irrebatible” que el acusador se encontró “con un caballero andante, que al igual que el de la triste figura, no ha sido capaz de encontrar fisura o punto débil para atacar y disidir de una personalidad y biografía tan ajustada a las cuentas, que son las de comer”, por lo que falló y pidió al presidente del Tribunal tuviese a bien nombrar a don José Juan Ruiz Gómez Académico de Honor.

Vista la petición del jurado, la presidenta de Los Académicos afirmó: “Pláceme que reciba el ordenamiento de Académico de Honor del lugar de La Mancha, Argamasilla de Alba, solicitándole tenga muy a gala serlo, porque en estas cosas del Quijote la amistad, ilusión, justicia e ideales deben ser normas incorruptibles, cumplidas la armonía y la sonrisa tal como su merced cumple, en base a lo dicho, le pedimos que cuando se encuentre en una aventura de encrucijadas siga dando lustre a su patria y a la nuestra, con su bien ganada fama, y que al hacerlo y donarlo se cumpla lo suyo, y por extensión lo nuestro. Así sea y así queda anotado en los libros de la fama, por los cuatro costados del orden y para gloria de la Argamasilla de La Mancha”.

Esta nueva edición de los juicios críticos contó entre otras autoridades con la presencia del delegado de Educación, Cultura y Deportes en Ciudad Real de la JCCM, José Caro; con la del alcalde, Pedro Ángel Jiménez; la vicepresidenta tercera de la Diputación de Ciudad Real, Noelia Serrano; el concejal de Cultura, José Antonio Navarro; el ex consejero de Educación y Cultura, José Valverde, y la concejala del PP municipal, María José Díaz, así como los Académicos de la Argamasilla y numerosos amigos y familiares de los participantes en el juicio.