Luis Díaz-Cacho: “Escribo porque creo en la palabra"
Ha sido Pregonero de Ferias y Fiestas, eventos y Encuentros Poéticos. Entre todos ellos resalta el Pregón del XXXI Certamen de Cartas de Amor de la Asociación de Amas de Casa, Usuarios y Consumidores “El Timón” de Puertollano, el 16 de febrero de 2018. Ha publicado 15 libros: cuatro de Cartas de Amor, uno de relatos breves y 10 de Poesía (tres de ellos escritos conjuntamente con los poetas amigos y hermanos, Pilar Serrano de Menchén, Luis Romero de Ávila y Nemesio De Lara Guerrero). Ha participado, además, en más de una veintena de libros colectivos.
Miembro cofundador del Grupo Literario “Pan de Trigo” de La Solana y de la Asociación de Escritores de Castilla La Mancha. Desde el año 2009 coordina el Encuentro Oretania de Poetas con el Grupo Oretania y en el que, con “Palabras a la muerte”, se han publicado catorce libros temáticos de poetas de la provincia de Ciudad.
En nuestra entrevista con él, hemos podido saber que la poesía le salvó la vida. Se la salva cada día. Amanecer con un poema entre las manos le alienta el ánimo vital para avanzar por el camino y nos asegura que escribe porque cree en la palabra, “siempre, ante todo, para poder propiciar la convivencia que dé sentido a nuestras vidas”. Escribe porque necesita escucharse para intentar comprenderse. Comprenderse con sus cambios y en sus cambios; en las circunstancias propias y en las ajenas; porque no es sencillo transitar cada día en medio del tumulto y, también, escribe para dejar en verso su manera de ser y de comportarse, su manera de entender la futilidad de sus días. Escribe por si sus poemas pudiesen, “en algún momento, salvarte a ti lector que me estás leyendo”.
Si le parece, comenzamos la conversación por su infancia. Háblenos de esa etapa.
Mi infancia son recuerdos… Recuerdos de una casa llena de vida, de júbilo, de excitación y risas. Mis padres y mis cuatro hermanos y hermanas ocupándolo todo. La intensidad del día a día. Los juegos, las riñas (jeje), los hábitos y las costumbres. Los domingos de churos y las albóndigas de mi madre. Los amigos que aún permanecen y siempre la calle para nosotros y nuestros juegos.
Una infancia en blanco y negro en la (creo) que fuimos felices porque todo estaba por descubrir y no necesitábamos más que un trozo de pan y chocolate entre las manos.
¿Qué persigue ahora?
Persigo los sueños, mis anhelos. La paz en todos los rincones del mundo. La convivencia a lo largo de la faz de la Tierra. El amor impregnándolo todo por doquier. La igualdad de todas las personas.
Me persigo a mí mismo cada día para encontrarme cuando menos me lo espero.
¿Qué ama más?
Amo la vida, al amor, a mi mujer y a mis hijos.
Quiero a todas las personas de bien. A mis amigas y amigos, por supuesto. A la sociedad, en general
¿Cómo le cogió el gusto a la poesía? ¿Por qué escribe?
La poesía me salvó la vida. Me la salva cada día. Amanecer con un poema entre las manos me alienta el ánimo vital para avanzar por el camino.
Escribo porque necesito escucharme para intentar comprenderme. Comprenderme con mis cambios y en mis cambios; en las circunstancias propias y en las ajenas; porque no es sencillo transitar cada día en medio del tumulto.
Escribo para dejar en verso mi manera de ser y de comportarme, mi manera de entender la futilidad de mis días. Escribo por si mis poemas pudiesen, en algún momento, salvarte a ti lector que me estás leyendo.
Y escribo porque creo en la palabra, siempre, ante todo, para poder propiciar la convivencia que dé sentido a nuestras vidas.
¿En qué cosas está más cerca y en qué cosas está más lejos del poeta que era de joven?
Estoy más lejos del ímpetu, de la explosión, del impulso de la juventud. Ahora me considero mucho más reflexivo que antes, mucho más sereno. Propio de la edad y de la experiencia.
Sigo muy cerca de la utopía, de la ilusión, de la esperanza que no he perdido, de los sueños que anhelo, del amor que pretendo compartir.
¿Qué dimensión le da la poesía al ser humano?
La poesía puede llegar a ser la tabla de salvación que necesita el naufrago en mitad del océano, la venda para vendar la herida, el alimento para nutrir el alma. Pero no seamos ingenuos, hace falta que la poesía sea entendible para el lector. Porque somos muy conscientes de que no es nada sencillo remover los sentimientos de los demás desde la rima y el verso. Y necesitamos achicar el ombligo que nos soporta la mirada. La poesía es desprendimiento y generosidad, entrega desinteresada a los demás.
Usted coordina los encuentros Oretania de Poetas desde el principio. ¿Cómo decide los temas a tratar?
Tengo el enorme honor de coordinar los Encuentros Oretania de Poesía desde el inicio en el año 2009, en plena crisis económica y financiera. Mi buen amigo Julio Criado y el Grupo de Comunicación Oretania siempre han confiado en mí para ello. Yo estoy enormemente agradecido desde la responsabilidad con la que lo asumo.
Los temas a tratar los pactamos Julio Criado y yo alrededor de una buena comida y una mejor sobremesa.
¿Por qué Palabras a la muerte?
La muerte está presente en nuestras vidas desde el instante de nacer. Nos acompaña a través de nuestros días y de nuestras vidas. Es un tema siempre presente que no nos debe atemorizar y del que aún no habíamos escrito.
Antes de este encuentro, ¿se colaba la muerte en sus poemas?
Ya le he comentado que la poesía me salvó la vida. Me la salva cada día. Empecé a escribir de muy joven. Después lo dejé. Y fue la muerte repentina de mi padre la que me devolvió a la palabra y a la poesía que, desde entonces, no he abandonado.
Usted ha escrito que “Desde el mismo instante/en el que nuestros ojos/ven por primera vez la luz,/iniciamos el camino/que ha de llevarnos al final.”, ¿pero realmente cuándo tuvo conciencia de que empezaba todo?
Tenemos consciencia de que todo empieza desde el mismo instante de nacer. Aun así, es cierto que comenzamos a participar activamente de la vida y somos perceptores de lo que ocurre conforme pasan los años
¿Se siente más cerca de la muerte o de la infancia?
La infancia nos acompañará siempre en nuestras vidas. Son los recuerdos más nítidos y más puros. Incluso, las personas enfermas de Alzheimer borran la historia de sus vidas y sólo permanecen indelebles los recuerdos de la infancia.
Ahora bien, conforme avanzamos el camino de la vida soy más consciente de que estoy más cerca del final que del inicio. Camino sin detenerme hacia mi destino, que es el destino final de cualquier persona. Eso sí, lo hago con paciencia, con reflexión, con conocimiento de la realidad y con mucha tranquilidad.
¿Qué es para usted la vida?
Una historia apasionante que me permite descubrirme y redescubrirme cada día. No existe un día que sea idéntico a otro, como no existe un instante que sea clónico de otro. La vida es cambio constante y continuo, y participamos diariamente de esos cambios.
¿Qué es para usted la muerte?
El final de la vida, por supuesto. La intriga más maravillosa y excepcional que existe.
¿Qué le duele más de la muerte?
Cada día tengo más asumida mi muerte. Me atemoriza la posibilidad (que siempre existe) de la muerte de mis seres más queridos (mis hijos, mi mujer…). Pero no podemos vivir pensando lo que puede ocurrir porque entonces no disfrutaríamos de la vida, del instante, del momento. Y eso es maravilloso.