PERSONAJES Y LUGARES: Bernardo Moraleda Pérez
Bernardo Moraleda nació en Fuente el Fresno en 1852. Desde joven recibió el apodo de “el cabrerillo de Fuente el Fresno”.
A principios de los años 70 del siglo XIX, cuando cumplía su obligatorio servicio militar, desertó del ejército militar para enrolarse en la partida del bandolero Antonio Merendón Mondéjar alias “Purgaciones". Desde entonces se dedicó al bandolerismo teniendo su zona de influencia, principalmente, en los Montes de Toledo.
Aunque pronto siguió con su “actividad facciosa” en solitario, a él se le uniría puntualmente, por una u otra razón, vecinos de las localidad de la comarca e incluso de tierras más lejanas. Es el caso de un vecino de Valdelacasa (Cáceres), apodado “Parrachatas” y más de un convecino por asuntos de amores o por causa de altercados sociales.
Se le atribuye la muerte de un vecino de Hontanar (Toledo) que pretendió delatarle y la de un escopetero de la Diputación. Se escondía en las nacientes de los ríos Estena y Cedena cercanas macizo de Rocidalgo, lugares casi inaccesibles. Existen referencias de sus escaramuzas y correrías por los siguientes parajes de los Montes de Toledo: Valtravieso, Peñafiel, Puerto Albarda, Puerto Marches, Ventosilla, nacientes del Torcón, las Becerras, el Chorro y Malamoneda. En este último lugar existe una cueva que aún hoy es conocida por “Cueva de Moraleda” en recuerdo de este bandolero.
Curiosa la anécdota que protagonizó este personaje en el término de Retuerta de Bullaque. En este término había una finca con un caserón, con aspecto de fortaleza (el “Castillo de Prim”), que era propiedad del General Prim y que había recibido como premio por la Batalla de Castillejos (1860). Durante las vacaciones de verano de 1870, el hijo del general se encontraba en la finca preparando unas oposiciones. El joven se perdió en el campo y queda aislado durante la noche. Bernardo Moraleda escuchó sus gritos de socorro y ayudó al hijo del Prim a regresar a la fortaleza de su padre, encomendándole que le dijese a su padre quien había sido su salvador.
Continuó sus correrías por la cordillera tratando de subsistir, merodeando pasos y caminos solitarios, llegando incluso hasta las Villuercas (Cáceres) y la estribaciones de Sierra Morena.
Participó en un secuestro en 1877, fecha en la que fue detenido. Durante el malogrado asalto al tren de Villacañas (Toledo) logró evadirse huyendo con “Juanillón” a Portugal, donde fueron detenidos y repatriados.
En 1882 fue condenado a muerte y conmutada la pena por 45 años de reclusión en el Penal de Mahón (Islas Baleares), pero por otra gracia especial le fue rebajada la pena a 30 años y trasladado al Puerto de Santa María (Cádiz) y por último a Ocaña (Toledo).
Tras un nuevo perdón del gobierno a todos los penados que llevasen más de 20 años cumpliendo condena, fue puesto en libertad. En el Castillo de Prim encontró trabajo de clavero (encargado de las llaves), donde vivió.
Murió en 1936 en un asilo de Ciudad Real.
Aunque se le atribuyen las cualidades del bandido generoso, se le imputaron dos muertes y la participación en robos, asaltos y secuestros con las malas compañías de sus primeros tiempos. Su figura se hizo muy popular adoptando un tinte de “bandido generoso”, al que también contribuye su relación con una bella hija de un cabrero. Así lo canta la canta una copla popular:
“Cuando yo era criminal
en los Montes de Toledo
lo primero que robé
fueron unos ojos negros
que tenía una mujer…”
Son numerosas las anécdotas que corrieron de boca en boca sobre este bandolero, por lo que fue protagonista, en los años 20 del pasado siglo, de varias entrevistas en diferentes periódicos y revistas. Como ejemplo el artículo en la Revista Cultural, de carácter semanal, Estampa donde aparece como un gran amante de los niños.
FUENTES:
https://lamejortierradecastilla.com/tag/cueva-de-moraleda/
https://cronicaskarst.blogspot.com/2017/05/bernardo-moraleda-ruiz-el-ultimo.html