Futuro para nuestros museos
La reciente celebración del 40 aniversario del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha ha venido a coincidir prácticamente con la del traspaso de las competencias en materia de Cultura por parte del Estado a nuestra Comunidad Autónoma. De este modo, y entre otras muchas cuestiones, fue hace cuarenta años cuando los museos, archivos y bibliotecas provinciales de titularidad estatal pasaron a estar gestionados por los servicios propios de la entonces incipiente autonomía y es evidente que, desde entonces hasta ahora, mucho es lo que hemos cambiado y evolucionado.
Pero no podemos quedarnos con lo que había entonces. Cuatro décadas después, en la Castilla-La Mancha del siglo XXI, la Cultura tiene que seguir siendo necesariamente un derecho esencial de nuestros ciudadanos y ciudadanas, y debe ser un claro elemento de cohesión para nuestra sociedad la plena democratización de su acceso y la universalización de su disfrute por parte de todos y todas, sean cuales sean su lugar de residencia, su procedencia, su formación o su edad.
Por esta razón, y frente a aquellos que siguen justificando y abonando los recortes padecidos en un pasado aún muy reciente en una materia que consideraron “superflua”, habrá que enarbolar con decisión la bandera de los que concebimos el gasto en Cultura como una inversión en futuro, en progreso, en bienestar, en convivencia, y en cohesión y transformación social.
Parte principalísima de esas políticas culturales de progreso son las referidas a los museos de la región. En estos últimos años, cabría resaltar sobre todo la creación de dos nuevos museos “propios” en Cuenca, como son el de las Ciencias y el Paleontológico, así como la plena articulación de un complejo Sistema de Museos de Castilla-La Mancha, que ha venido a coordinar los modelos de gestión de las muy diversas instituciones museísticas de titularidad pública o privada reconocidas por nuestra Consejería, todo ello a partir del desarrollo efectivo de la Ley 2/2014 de Museos de Castilla-La Mancha. Junto a esto, y como no podía ser de otro modo, los museos provinciales siguen siendo arietes y ejes de actuación preferente en materias como la conservación, la restauración, el estudio y la difusión de los bienes culturales a ellos adscritos, y que continuamente se ven acrecentados con los aparecidos en nuestros yacimientos arqueológicos, los donados por los particulares o los adquiridos por su relevancia para nuestro pasado común o por ser obra de los nuevos creadores.
Huyendo de falsos triunfalismos, no se nos puede ocultar que todavía son muchas las carencias que padecemos, no siempre achacables a la falta de presupuestos suficientes, pero es nuestro compromiso ineludible mejorar en la medida de lo posible la gestión, coordinando eficazmente los equipos materiales y personales de los que disponemos, y proyectando hacia el futuro instituciones que han pasado de ser meros “templos de las musas” a cabeceras de una acción cultural de vanguardia y para la que contamos con el mejor de los activos: la confianza y la colaboración de la ciudadanía de Castilla-La Mancha.