El grito silenciado que resiste: las mujeres afganas no se rinden
De nuevo en Afganistán observamos cómo se vulneran los derechos humanos de las mujeres. En esta ocasión, el régimen talibán ha impuesto una cruel prohibición: eliminar cualquier rastro de voz femenina en público.
No quieren que las mujeres hablen, canten o se expresen libremente porque quieren borrar por completo su presencia en la vida cotidiana de Afganistán.
A pesar de esta cruel imposición, las mujeres afganas, lejos de rendirse, han vuelto a demostrar su gran valentía y tesón para expresar su descontento y resistencia a un régimen opresor, que sigue arrebatándole las pocas libertades que les quedan.
Han utilizado las redes sociales para alzar su voz y expresar su descontento y resistencia y además, se han organizado en escuelas clandestinas y talleres para ofrecer educación y empleo a mujeres y niñas, desafiando las prohibiciones talibanes que ni siquiera permiten que puedan aprender a leer y escribir.
Estas mujeres, sometidas por el régimen talibán y la interpretación estricta de la Ley Sharia, nos han dado una lección de coraje que no podemos ignorar.
Ante esta situación no puedo evitar preguntarme: ¿cómo es posible que la comunidad internacional siga mirando para otro lado?
Es fundamental que no dejemos que estas mujeres enfrenten solas esta tragedia, pues el derecho a la libertad, a la educación, al empleo y a decidir sobre sus vidas, son derechos inalienables que deben ser defendidos con firmeza.
Por ello, en nombre de todas las mujeres que luchan por su dignidad, pido de nuevo a la comunidad internacional un compromiso real y contundente para protegerlas.
No es sólo su lucha, es la nuestra también. La libertad no puede ser negociada. Hoy más que nunca, debemos unirnos para amplificar sus voces y hacer que el mundo entero escuche su grito por la libertad. No debemos, fallarles.