Adiós a un gran decano
Federico Castejón Sánchez, Abogado de profesión y de vocación, fue un hombre que dedicó su vida a la defensa de la justicia y la paz social. Para él, la función primordial del abogado era pedir justicia para los demás. Consideraba que la seguridad jurídica era uno de los principios básicos del derecho, junto con el respeto a los derechos humanos, la libertad, la justicia y la paz social.
Federico fue un hombre comprometido con su trabajo y valores. Destacaba por su vocación, desinterés propio, libertad e independencia. Ejerció la Abogacía durante más de cincuenta años y en el ámbito institucional lo fue todo. Desempeñó diversos cargos en la Junta de Gobierno de su Colegio antes de ser Decano durante más de dieciocho años. Durante su mandato como Decano llamó a jóvenes abogados a formar parte de su junta y así poder transmitirles sus valores y experiencia, entre ellos se encontraba quien les escribe, que tuve el honor de ser Diputado 4º.
Posteriormente, en los años noventa, fue primer Presidente del Consejo de la Abogacía de Castilla-La Mancha, donde también tuve el privilegio de acompañarle como Secretario de dicha institución. Fue mi padrino en la Abogacía institucional y nunca olvidé sus enseñanzas, que me sirvieron para llegar a Decano, intentando preservar siempre los valores que nos enseñó.
Federico fue un referente para muchos abogados no sólo por su trayectoria profesional, sino también por su calidad humana. Siempre se preocupó por los demás y por la sociedad en general. En definitiva, Federico fue un buen hombre, un gran Abogado y una persona comprometida con los valores que deben primar para la mejor defensa de la ciudadanía. Su legado y enseñanzas perdurarán en aquellos que tuvimos el honor de conocerlo y trabajar con él. Descanse en paz.