El soberano al que robaron el pene

Máscara mortuoria de Tutankhamon (Foto: Wikipedia)

Hay personajes que han pasado a la Historia más por lo que les sucedió después de morir que por lo que realmente hicieron en vida. Nuestro protagonista es uno de ellos. Pertenecía a una de las familias reales más afamadas de todos los tiempos, la cual, para preservar la pureza del linaje, había adoptado la costumbre de promover los matrimonios entre representantes de la misma dinastía, decisión que acabaría provocando el desarrollo de deficiencias y discapacidades entre buena parte de sus miembros por los efectos producidos por una excesiva consanguineidad, de hecho, nuestro protagonista fue el fruto de la relación incestuosa que mantuvo su padre con una de sus hermanas. Este conocido personaje accedió al trono de un gran imperio siendo tan solo un niño de pocos años. No obstante, las dificultades que experimentó durante su mandato no solo estuvieron vinculadas con su inmadurez y lógica inexperiencia, sino que también se relacionaban con los evidentes problemas físicos y probablemente también intelectuales que le acompañaron durante su corta vida.

Para asegurar la pureza de la sangre real se acordó su matrimonio con una de sus hermanastras, que era algo mayor que él, y que engendró dos hijos, pero uno murió durante el embarazo y el otro al poco tiempo de nacer. El reinado de este joven monarca solo duró nueve años y estuvo marcado por diversas crisis que tuvo que afrontar rodeado de personajes intrigantes y, además, con una salud quebradiza, pues, como se ha podido determinar tras el estudio de sus restos, presentaba una preocupante delgadez, tenía labio leporino, su pie derecho era plano y el izquierdo estaba torcido, padeció malaria y mostraba evidencias de haber sufrido un fuerte golpe en la cabeza, lo cual hizo pensar durante un tiempo que podía haber sido la causa de su prematura muerte, pero tras los últimos análisis realizados se piensa que su fallecimiento pudo estar relacionado con un accidente que padeció mientras conducía su carro, que le ocasionaría una fractura en la pierna, que se infectaría gravemente, lo cual acabaría resultando mortal para un cuerpo tan vulnerable y debilitado.

En cualquier caso, la indudable fama de nuestro personaje no está relacionada con lo que le sucedió durante su corta vida, sino, más bien, con lo que aconteció tras su muerte al protagonizar uno de los episodios más conocidos de la historia de la arqueología por haber sido su tumba la única de un faraón que ha llegado intacta hasta nuestros días, lo cual nos ha permitido conocer un fabuloso tesoro constituido por su ajuar funerario conformado por piezas excepcionales. Este hallazgo, producido hace 100 años, permitió recuperar su cuerpo momificado intacto. Pero las desgracias para Tutankhamon no acabarían con el hallazgo de su tumba, pues cuando en 1968 se le practicaron nuevas pruebas a su momia, concretamente de rayos x, se comprobó que su pene, que había sido momificado erecto, ¡había desaparecido!