Hace ya varias décadas que la idea del hermanamiento de estas dos ciudades homónimas flota como interés común gracias al esfuerzo de diferentes hombres y mujeres que creen en las posibilidades de cooperación entre ambos lugares. Desde los años 50 del pasado siglo XX se han ido produciendo contactos para conseguir hacer realidad una serie de intercambios en todos los aspectos que afectan a la actividad ciudadana: cultural, comercial, educativo, turístico, deportivo y social.
Manzanares de La Mancha (la de “la mano tendida”) se hermana con Manzanares de Caldas (la “ciudad cordial”), unidas bajo un episodio histórico que sitúa al manzanareño Don José Valentín Cortes como vínculo entre ambos lugares. Este manchego pasó al Nuevo Continente ejerciendo un importante papel en la colonización de aquellas tierras colombianas.
Desde el inicio de este particular objetivo, diferentes personajes han dirigido sus esfuerzos al buen término del proyecto. Desde España el recuerdo a Melchor Díaz-Pinés y a todas las corporaciones que, con sus respectivos alcaldes a la cabeza, siempre han dado el respaldo a esta iniciativa, desde Colombia al Padre Jaramillo, que visitó la Mancha a comienzos de 1958, como ejemplo del “intercambio de esa hidalguía particular a ambos pueblos, que ha de trascender al intercambio cultural y si es posible, al económico”
Ahora, y manteniendo su esfuerzo de décadas, el impulsor de mantener viva esta llama de confraternidad y colaboración entre estas dos localidades es Manuel Gómez Hernández, el que es conocido por “Manolín” en su Manzanares natal se ha convertido en el popular Don Manuel en la villa colombiana, quien en los últimos tiempos ha viajado al Manzanares de Caldas fomentando el intercambio y desarrollando diferentes labores sociales.
En la localidad colombiana de Manzanares, en pos de ese hermanamiento, ya se han realizado trabajos gracias a la vocación del citado Don Manuel colaborando con la local Fundación Esparza Monforte, realizando una charla-coloquio con los estudiantes del Colegio del Rosario realizando una comparativa de ambos países, España y Colombia (su historia, su situación actual en los diferentes ámbitos social, político y económico); o conociendo de primera mano la situación de los agricultores locales y la necesidad urgente de un tejido cooperativista.
Es numeroso el abanico de posibilidades que el hermanamiento presenta y que se puede canalizar desde el intercambio económico (estudiando la posibilidad de la potenciación del comercio entre ambas ciudades) o cultural (valorando la reciprocidad de experiencias en educación, música, teatro, deporte, turismo…).
No es descabellada la idea de ver en la próximo edición del la Feria Nacional del Campo y Muestras de Manzanares (FERCAM) un stand que promocione la actividad con la localidad colombiana (promoviendo relaciones y conociendo los productos de aquel lugar, como el internacionalmente reconocido “Café de Colombia”).
Don Manuel ha mantenido a lo largo de los últimos tiempos conversaciones con los poderes, de aquí y de allá, que han de tomar las decisiones oportunas sobre este proyecto. Dentro de tan sólo unos días este manzanareño ilusionado vuelve a tomar rumbo a tierras colombianas con el deseo de seguir nutriendo contactos y dando forma a diferentes acciones, y en su mochila intereses de empresas de acá interesadas en establecer fructíferas estrategias económicas con los agentes de allá. Es fundamental la existencia de sendos Comités Ejecutivos para llevar a buen término el objetivo de este singular plan. En la localidad americana este camino está bastante avanzado con la participación del Consistorio, Asociaciones de agricultores y la Parroquia local.
A su vuelta a tierras manchegas será el momento de proceder desde nuestro Manzanares a tomar decisiones y hacer posible un proyecto que se ha ido asentando durante décadas y al que hay que dotarlo de la efectividad y afianzamiento que requiere el esfuerzo de espíritus que creen en la necesidad de la cooperación y apoyo entre los pueblos.