La pasividad de los que mandan ante la situación de deterioro que viene experimentando este servicio es tan evidente que produce ya una gran desesperación entre los que viajan a diario en estos trenes.
Actitudes como la de la ministra de Administración Territorial y Portavoz del Gobierno (a la sazón exalcaldesa de Puertollano), Isabel Rodríguez, que este miércoles protagonizaba una bochornosa respuesta ante los medios de comunicación en su comparecencia tras el Consejo de Ministros en relación a la situación de continuos retrasos que sufren los usuarios de los trenes Avant, no hacen sino añadir amargura para quienes cada día viven este problema.
El ninguneo a una situación denunciada de manera continua en los medios de comunicación y ante los propios responsables políticos, tiene su reflejo también en dirigentes como el presidente regional, Emiliano García-Page, tan contestatario en otras cuestiones; o el propio presidente de la Diputación Provincial, José Manuel Caballero, al que parece darle lo mismo que muchos ciudadanos de esta provincia se estén pensando el dejar de vivir aquí para hacerlo en Madrid, cuando tanto defiende luchar contra la despoblación.
Como usuario habitual estoy cansado de que ningún político con responsabilidad sea capaz de alzar la voz para decir ¡basta! y exigir algún tipo de explicación seria y coherente de lo que está pasando a quienes tienen la responsabilidad de garantizar un buen servicio, Renfe y Adif.
Quizás piensen que lo de pedir responsabilidades se debe dejar para después de las elecciones, y, quizá, y solo quizá, según el resultado de las mismas.
Se va a celebrar Fenavin, con seguridad el evento empresarial más importante que se realiza en la provincia, y no quiero imaginarme qué pueden pensar los empresarios españoles, alemanes, británicos, chinos, japoneses, americanos... cuando a la entrada del control de acceso les den un papelito con un asiento que deben ocupar, y que nada tiene que ver con el que se supone reservaron anticipadamente al sacar sus billetes.
No sé qué pensarán cuando, en el mejor de los casos lleguen con 5 minutos de retraso a su destino, si no, con 15 o 30 minutos de retraso, cuando hace años esto era impensable porque estos trenes rozaban el 99,8% de puntualidad.
No sé qué pensarán los empresarios cuando en los accesos les obliguen a entrar “como un rebaño de ovejas”, sin pasar sus billetes por el control de acceso o recibiendo el aviso de "siéntese donde usted quiera/pueda", todo esto, después de haber esperado en la sala de embarque mínimo 15 minutos para subir a un tren, que probablemente viene de realizar otro trayecto y que no ha podido ser limpiado a tiempo.
A nuestros políticos tampoco parece importantes que esta situación esté “minando” la imagen de la ciudad más visitada de nuestra región, Toledo, que cada día recibe miles de turistas y cuyos habitantes también sufren el problema casi diario de retrasos en los trenes que les han de llevar a trabajar desde Toledo a Madrid y que se han visto obligados a esperar más de una hora, en pleno horario laboral, para subir al tren que les ha de llevar a Madrid. Con presencia de la Policía Nacional incluido para calmar los nervios de los más desesperados.
Todo ello, ante la incomprensible indiferencia de Page, de la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, y el consejero desaparecido Nacho Hernando, al que no se le conoce ni una sola declaración de protesta por este deficiente servicio de transporte ferroviario, otrora ejemplar, entre las más grandes ciudades de Castilla-La Mancha.
Eso sí, Nacho Hernando, consejero de Transportes, no ha dudado en sacar pecho porque en su ciudad, Albacete, van a parar los trenes operados por Ouigo, lo contrario de lo que pasará en Ciudad Real con los trenes que gestiona Iryo, que pasan, pero no paran.
La ministra Portavoz ha dicho este miércoles 3 de mayo que Renfe está abordando lo que está pasando, y lo está haciendo con las asociaciones de usuarios. Lo dice el día en que la Asociación de Usuarios de Avant en Ciudad Real ha exigido una inminente reunión con Renfe, Adif, LogiRail, la Junta y el Gobierno central, y todo aquél que tenga una mínima responsabilidad en el desaire que Renfe le está proporcionando a miles de trabajadores.
Veremos si es verdad. De momento lo único que nos queda es el cabreo diario, la sempiterna resignación manchega... y el voto en la urna.