La enfermedad conocida como Viruela del Mono (Monkeypox) es una patología parecida, aunque mucho más leve a la clásica viruela humana, que aterrorizó a la humanidad durante milenios y que fue erradicada en 1980, siendo uno de los mayores hitos en la historia de la salud pública.
Esta hermana menor de la terrible viruela humana está producida por un virus similar que se transmite habitualmente por contacto con animales y rara vez por afectados, en ciertas zonas de África, oriental u occidental, teniendo trascendencia por el tipo de enfermedad que produce uno y otro virus. De hecho, en esta ocasión, los casos que han aparecido en Europa y Estados Unidos se deben a la variante del virus de África Occidental, más leve que el otro tipo.
La enfermedad tiene un periodo de incubación variable de seis a dieciséis días, o incluso hasta veintiuno, desde que se adquiere la infección por contacto con la fuente, que puede ser un animal infectado procedente de las zonas endémicas o por contacto humano intenso y permanente con un enfermo hasta que aparecen los síntomas.
La enfermedad tras el periodo de incubación, en el que no es infecciosa, debuta con síntomas inespecíficos como malestar, febrícula, cefalea y linfadenopatías, hasta que aparecen las lesiones típicas en la piel que evolucionan a vesículas o pústulas, que al reventarse liberan un material que contiene virus y por tanto es contagioso.
El control de la extensión de esta enfermedad se basa en que los sistemas de salud pública hagan una búsqueda de contactos de los casos y se traten de manera adecuada tanto estos, si es necesario, como los casos que los infectaron. Hay que decir que hasta ahora la mayoría de ellos han manifestado haber tenido prácticas de riesgo, tales como tener sexo entre hombres, aunque el riesgo no es exclusivo de la vía sexual entre varones, pues cualquier contacto prolongado e intenso puede serlo. Pero cierto es que la capacidad de transmitirse de persona a persona es relativamente baja y esta se produce por contacto directo, no por vía respiratoria como en el Covid-19.
Existen antivirales y vacunas que deben utilizarse para contactos o personas en riesgo especial como sanitarios que traten a estos enfermos.
Las actuaciones de la epidemiología clásica, centrándose en las entrevistas a enfermos y el control de contactos deben ser la clave para limitar la extensión y controlar esta epidemia.