"Para mí ha sido una sorpresa y, sobre todo, un gran honor el poder estar junto a escritores, poetas, músicos y pintores de gran prestigio. Y todos con el mismo fin de velar por la cultura manchega, sus costumbres y tradiciones". Con estas palabras, el musicólogo, escritor y profesor Antonio Vallejo Cisneros ha recibido la noticia de su investidura como consejero de número en el Instituto de Estudios Manchegos, dependiente del CSIC. Ceremonia que tendrá lugar mañana viernes, en el salón de plenos de la Diputación de Ciudad Real a las 19 horas, donde estará presentes el presidente del IEM, Alfonso Caballero Klink, y una presidencia institucional que podría estar encabezada por su homónimo de la institución provincial, José Manuel Caballero, u otro responsable en el que delegue.
Antonio Vallejo irá acompañado de dos padrinos: Jerónimo Anaya y Vicente Castellanos. Con ambos mantiene una estrecha relación de amistad y de admiración, "Anaya es un gran poeta y un gran escritor, cervantista, miembro del grupo literario Guadiana y consejero del IEM; y Vicente Castellanos es profesor de instituto y universidad, también psicólogo y escritor".
El discurso de investidura de Vallejo versará sobre el toque manual de campana, recientemente reconocido por Unesco como bien inmaterial del Patrimonio de la Humanidad. Bajo el título "Las campanas de torre y su ancestral lenguaje. Una aportación al conocimiento del paisaje sonoro tradicional", este profesor y músico ilustrará a los presentes, "de forma amena y totalmente novedosa" sobre los numerosos toques manuales de campana que refiere la tradición. "El lenguaje de las campanas es algo del pasado, ahora las campanas tocan a misa, pero del medioevo hasta no hace mucho más de 50 años, antes de la televisión, los periódicos o los móviles, las noticias en aldeas, pueblos y ciudades se difundían a golpe de campana y las gentes sabían interpretar cada código o toque hecho por el campanero", explica Vallejo.
"Hay multitud de toques de campana que se deben conocer y poner en valor"
Según defiende Vallejo, existen multitud de toques manuales de campana que deben ponerse en valor "para que las nuevas generaciones lo conozcan, es un bien que deberíamos preservar, igual que se hace con el silbo gomero que forma parte del currículo escolar". Nos cuenta que, aparte de los toques relacionados con la liturgia, a misa, a novena, a misa mayor, misa mayor con sermón, se realizaban toques de fiesta, toques de los quintos cuando se marchaban a la mili, de la llegada del sacamuelas a una comunidad, o para la llamada a asamblea en un concejo... Y muchos otros, como toques menudos para espantar a las tormentas, toques que avisaban del fuego, incluso decían si el fuego estaba en sus comienzos, en plenitud o casi apagado, e incluso en qué lugar del término se había producido para que la gente fuera a ayudar en su extinción. Del mismo modo, en el óbito o fallecimiento de personas, había multitud de toques a diferencia de hoy en día, uno para cuando acababa de morir, otro para contar si era hombre o mujer, toque de muerto fuera de hora, etc. Además, cada comunidad o pueblo poseía sus propios toques, diferentes a los de otro lugar.