Como cada 29 de enero, Argamasilla de Calatrava compartía el santo voto con que la Hermandad de los Santos Mártires revive aquél que en el siglo XIV, en el año 1343 para más señas, se brindó a santa Julita y san Quiriquito en ruego de protección y gratitud de los supervivientes de la peste negra que asoló Europa en aquellos años difíciles.
Y en esa fe renovada, los rabaneros volvieron ayer lunes, un año más, al barrio de ‘Los Santitos’ para compartir esta tradicional comida popular compuesta de un guiso a base de patatas y bacalao y, entre los presentes, no faltaba el alcalde Jesús Ruiz, encabezando la representación de la Corporación municipal.
El regidor valoraba como “muy importante” la unión que caracteriza a la población rabanera para renovar de nuevo tradiciones tan seculares y propias como ésta, “una fiesta muy entrañable, muy querida y con mucha historia, en la que como siempre los vecinos se vuelcan desde primera hora de la mañana”.
Y es que es bien temprano cuando en la Plaza de Santos Mártires se prenden las lumbres donde poder cocinar el voto, algo de lo que Ruiz Valle era testigo en primera persona también porque “es mi barrio, vivo muy cerquita de la iglesia y para mí es un placer poder venir, acompañarlos y estar desde primera hora con ellos”.
El alcalde ponía de manifiesto en los prolegómenos al reparto del guiso la trascendencia de mantener tradiciones como ésta u otras en diferentes barrios y, por eso, “para nosotros, para el Ayuntamiento de Argamasilla de Calatrava es muy importante apoyar a estas a estas asociaciones para que todas estas tradiciones no se pierdan”.
Por su parte, Feli Escobar, presidenta de la Hermandad de los Santos Mártires, celebraba el seguimiento de la jornada matutina de los actos, donde “todo se ha agotado” debido a la afluencia de público, en unos casos “la gente viene con sus cacerolitas a llevarse la comida y otros se quedan aquí a comer, a degustar un poquito”.
Y es que, recalcaba, se trata éste de una fiesta que se comparte “con mucha ilusión y devoción, pues viene la gente aquí a ver los dos santos, a santa Julita y a san Quiriquito, dos mártires a los que se les tiene gran fervor ya de muchísimos siglos y, como digo, la gente se vuelca”.
Una participación que se traduce primero en la “colaboración en todo, en hacer la comida, en prepararla”, pero ya en las horas de la tarde y de la noche, acudiendo a la misa, la procesión y la hoguera”, reconocía.
Escobar también expresaba su agradecimiento al Ayuntamiento por ayudar en todo lo que supone organizar la fiesta, pero también en el mantenimiento de la ermita y, por su puesto, para sufragar costes de la comida, “por lo que les estamos muy agradecidos al Ayuntamiento y a todo el mundo que colabora con sus limosnas”.
Como es habitual, el guiso contó las magnitudes habituales para satisfacer toda la demanda y que se cuece, a fuego de leña, en dos grandes de calderas en las cuales se reparte unos 120 kilos de patatas, dos cajas de bacalao, cinco kilos de cebolla, otros tantos de ajos, 30 pimientos secos choriceros y el agua.
Lo decía una de las vecinas que participa activamente en la cocción, aunque a su juicio, “lo más importante de la comida es la bendición de nuestro querido párroco don José Manuel y hasta que la comida no está bendecida y los panecillos, no se reparte porque toda se trata de un santo voto, de una promesa, que es para los enfermos mayormente”.
Y el aludido sacerdote, apuntaba a la singular devoción a santa Julita y san Quiriquito, que “es única de Argamasilla de Calatrava porque en la Diócesis no hay ningún otro pueblo ni ninguna otra comunidad cristiana que rinda veneración a estos santos mártires y echando la mirada un poco más allá, pues tampoco lo es en otros sitios de Castilla-La Mancha”.
También reconocía José Manuel Medina que este voto rabanero “tiene mucha antigüedad, que se origina precisamente por la peste negra en la Edad Media como ofrenda, como promesa, de aquellas familias que sobrevivieron a la peste y ofrecieron este voto a través de los santos mártires a quienes se encomendaron quedando libres de la peste”.
Y con aquél júbilo, “ofrecieron este voto, esta comida, para todos aquellos conciudadanos que también sobrevivieron y por tanto se trata de compartir una comida que por un lado es austera, sencilla y por otro lado tiene la dimensión fraterna y altruista de dar de comer a quienes en aquel momento se vieron sin los recursos necesarios”, apostillaba.
Tras la fiesta de este barrio ayer, este próximo 3 de febrero se celebrará el de San Blas con misa, procesión y luego su hoguera, “tan popular entre todos los vecinos que, además este año siendo fin de semana, estoy convencido de que muchos se acercarán a compartir esta otra fiesta”, apuntaba por último el alcalde.