Es curiosa la biografía de este personaje valdepeñero calificado como “pintoresco lidiador” en el entorno taurino de mediados del siglo XIX.
Manuel Caro Merlo bautizado en Valdepeñas el 1 de enero de 1823. Estuvo en la localidad hasta que a los tres años marchó con su familia a Madrid donde fijaron su residencia. En la capital de España cursó las primeras letras en una de sus escuelas municipales y, parecer ser, allí tuvo su origen su apodo “el Hurón” por su carácter tímido y apocado. Parece ser que uno de sus profesores de niñez le instó a participar en los juegos con los amigos:
- ¡Anda, Manolito, juega con tus amigos, no seas hurón!
La maldad de los muchachos hizo lo demás, les hizo gracia el comentario del profesor y Manuel Caro fue “el Hurón” para el resto de sus días.
Con trece años abandonó los estudios primarios y empezó a ejercer como carpintero, profesión que tuvo durante cinco años, aproximadamente, en un taller de la Calle de las Tabernillas de Madrid.
En estos años de juventud fue cuando le surgió la vocación taurina, acrecentada por la influencia de su maestro en el arte de la madera muy aficionado a la fiesta de los toros y amigo de muchos toreros que frecuentaban el taller como los matadores madrileños del momento Isidro Santiago o Antonio del Rio. .
El apodo de “el Hurón” le acompañó también en su faceta taurina y aunque en los inicios él no quería que apareciese en los carteles a la larga tuvo que acabar por por tolerarlo.
Comenzó el futuro diestro por acudir, con algunos compañeros de trabajo, a algunas novilladas invernales donde ejercía como novillero aficionado y, otras veces, actuaba como comparsa en las mojigangas (farsas carnavalescas). Para incidir en su vocación taurina se trasladó a Sevilla donde residía un pariente. Allí se colocó como vaquero en una ganadería del término de Utrera.
Sin embargo, los acontecimientos en el país le cambiaron considerablemente sus planes. En aquellos años se inició la Primera Guerra Carlista. Algunos jóvenes utreranos se incorporaron al ejército carlista de Aragón, así que nuestro protagonista imbuido por un fervoroso entusiasmo por la causa carlista se puso en camino siendo destinado, tras numerosos avatares, a la Compañía Militar dirigida por el General Ramón Cabrera.
Según las crónicas “luchó con gran denuedo y entusiasmo” siendo “reiteradamente felicitado por sus jefes”, pero tuvo la oportunidad de trabajar como cantinero del ejército y dejó los riesgos bélicos aparcados.
Al término de la Primera Guerra Carlista tuvo que exiliarse en Francia con el resto de fuerzas carlistas que decidieron no someterse a las instituciones realistas contra las que habían luchado.
La penuria económica en la que se vio inmerso le hizo alistarse como voluntario del Ejército Francés para las campañas que se realizaban en Argel, y por las que se cobraba una soldada muy interesante. Como militar bajo el gobierno francés estuvo hasta 1843 cuando regresó a España instalándose nuevamente en Madrid.
Tras todas estas vicisitudes decidió continuar con su vocación por el toreo, y así desde el año 1845 no dio descanso a sus actividades taurinas. Fue peón de brega, banderillero, mató novillos y toros, tomó plazas en arriendo y dio funciones por su cuenta, dirigió capeas en multitud de pueblos manchegos y madrileños, formó bajo sus órdenes cuadrillas con jóvenes lidiadores principiantes… Bajo su influencia se formaron grandes lidiadores futuros como Lagartijo y Frascuelo.
El 29 de Agosto de 1869 tenemos la referencia de su presencia en el “Ruedo de la Corte” donde estoqueó al novillo “Alganotas” compartiendo cartel con Miguel Ballart, el “Catalán”. Unos meses después, el 3 de abril de 1870, lo volvemos a encontrar en una faena al novillo “Toruno”, al que “mató bien y escuchó muchas palmas”.
Sin embargo pese a estas actividades no tuvo continuidad en sus participaciones taurinas pro lo que llegó a recurrir a la ayuda de un Diputado Provincial conocido suyo (Baltasar Masa) para que intercediera por él ante el Administrador de la Plaza de Madrid, Don José María Herrero. El diputado le mandó al gerente taurino la siguiente misiva:
“Sr. D. José María Herrero. Muy señor mío, el dador Manuel Caro, torero, me ha acometido dos veces para que le dé cuatro letras para usted, a fin de trabajar en las corridas de novillos. Yo no le conozco ni sé si es útil; usted le empleará o dejará de hacerlo, según convenga al mejor servicio, más si cree puede cumplir y mediante a que dice se encuentra en mal estado puede ocuparle tan sólo por atender a su necesidad. Soy de usted afectísimo amigo, Baltasar Masa”.
La respuesta del empresario fue la siguiente:
"Sr. D. Baltasar Masa. He puesto a trabajar en la corrida del domingo próximo al espada Manuel Caro, atendiendo como debo la recomendación de usted y a que efectivamente me consta se halla muy necesitado. Me alegraré que guste al público colmo ha prometido hacerlo. Madrid, 17 marzo 1871”.
Efectivamente fue anunciado para torear el 19 de marzo, pero llovió no pudo darse el festejo que sería trasladado al próximo día 25. Pero como para los pobres los males nunca vienen solos, la corrida del día 25 volvió a ser suspendida de nuevo por el agua, no volviendo a ser anunciada por comenzar la tradicional Feria de Abril. En 1878 los vemos como banderillero de la cuadrilla de Francisco Sánchez (Frascuelo), al que formó siendo una joven promesa.
No fueron pocas sus quejas porque no lo tenían en cuenta como matador pese a sus “veinticuatro años de antigüedad y el haber alternado con las figuras del momento”. Nunca fue llamado a ejercer como matador y se tuvo que limitar a cumplir como banderillero y cobrar los 1.200 reales de su contrato.
Su última novillada, de la que tenemos constancia, fue en Madrid el 17 de noviembre de 1880 donde mató al novillo “Coralo”. En el segundo novillo, “Comisario”, tras ser cogido varias veces, el presidente, temiendo un grave percance, le impidió estoquearlo. El cronista del festejo escribió:
“El Hurón hizo demasiado. Tiene muchos años para meterse en labores con los toros. Dice un axioma que el toro de cinco y el torero de veinticinco; conque usted, señor Manolo, que pasa ya de los cincuenta, debe retirarse para siempre jamás. Amén".
Su afición y necesidad eral que en junio de 1885 fue anunciado en la “Placita del Puente de Vallecas” para matar un novillo, corrida que llegó a celebrarse.
Durante sus últimos años de vida fue ayudado económicamente por diestros madrileños como Valentín Martín, Felipe García, Ángel Pastor y por grandes figuras como Frascuelo. Otro personaje que le ayudó en sus últimos momentos fue Luis Carmena Millán (escritor y periodista taurino) al que se dirigió nuestro personaje en busca de ayuda y quien se hizo eco de sus particularidades biográfica.
Manuel Caro falleció en Madrid en 1890.
FUENTES:
“El Ruedo”, Semanario Gráfico de los Toros. Madrid, 29 de enero de 1953. Año X, número 49.
“El Clavileño”, Mancha Ciudad Real. Revista de la Diputación Provincial. Enero 87, p. 79.
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