El expresidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, José María Barreda, ha defendido el papel de partidos políticos y sociedad durante el periodo de la Transición democrática en España, "una gran responsabilidad colectiva que evitó enfrentamientos y propició el acuerdo", en contraste con el ambiente de polarización y crispación que "no favorece el clima que debe haber".
Esa reivindicación del acuerdo desde posturas enfrentadas inicialmente es el espíritu que impregna su nuevo libro 'Un militante de base en (la) Transición', un volumen prologado por Nicolás Sartorius que será presentado este mismo jueves a las 19,15 horas en la Facultad de Letras de Ciudad Real. El autor estará acompañado de la periodista Lucía Méndez, el catedrático de Historia Contemporánea Juan Sisinio Pérez Garzón y el vicepresidente de la Junta de Comunidades, José Manuel Caballero.
Posteriormente, el 4 de julio, el libro será presentado en el Ateneo de Madrid con la presencia de la ministra de educación, Pilar Alegría, el dibujante Peridis y el director de infoLibre, Jesús Maraña.
En una entrevista concedida a Europa Press, Barreda ha explicado que el libro recorre los años de la Transición democrática española desde el "momento clave" del asesinato de Carrero Blanco, a partir del cual entrelaza las experiencias vitales del autor y su evolución ideológica con la transformación política del conjunto del país.
Así, Barreda ha recordado que España consiguió conjugar planteamientos enfrentados para salir de la Dictadura, frente a la actual "crispación excesiva y polarización tremenda que, desde luego, no favorece el clima que debería haber".
"Durante esos años de Transición el Partido Comunista abandonó el leninismo, mientras el PSOE abandonó el marxismo, y todos afrontamos un momento crucial en el que se conjugaron dos planteamientos: de un lado el bloque de los reformistas, cuyo máximo representante fue Adolfo Suárez, que procedían del régimen franquista y abogaban por una evolución de la ley a la ley, frente a la oposición democrática, protagonizada fundamentalmente por el Partido Comunista de España, y el PSOE, que planteaba una ruptura democrática", recuerda.
"Este enfrentamiento de modelos entre reforma versus ruptura llegaría a cristalizarse en una ruptura pactada que dio como fruto fundamental la Constitución de 1978", resalta el expresidente de Castilla-La Mancha.
A su juicio, "el éxito de aquella Constitución no fue de ningún partido en exclusiva y pudo ser aceptada por todos, incluidos los nacionalistas". Frente a la revisión "de lo que algunos llaman despectivamente la generación del 78", Barreda hace un balance "positivo" del trabajo de aquellos años. "La historia contemporánea de España plasma un enfrentamiento fratricida casi ininterrumpido en los siglos XIX y XX, y en aquel momento complicado y difícil, no exento de violencia, los españoles pudieron alejar ese peligro y encontrar una salida pactada que evitó el enfrentamiento frontal, el choque de trenes de una lucha cainita a muerte", ha esgrimido.
En el libro, el autor también plasma su personal evolución ideológica y política. "Efectivamente el punto de partida se puede situar en una toma de conciencia del espíritu evangélico católico, con la influencia del Concilio Vaticano II y de unos marianistas progresistas que me formaron en la etapa preuniversitaria, para saltar ideológicamente, con la llegada a la universidad, a los movimientos antifranquistas, primero con el Partido Comunista y posteriormente con el PSOE", rememora.
De este modo, el libro se convierte igualmente en un recorrido sentimental del propio autor, que inicia cada uno de sus capítulos con versos que ya forman parte de su "educación sentimental y política", e incluye referencias a la efervescencia cultural de la época, principalmente a la actividad que se desarrollaba en los colegios mayores. "Es el relato de un militante antifranquista de aquellos años", recalca, influenciado por las lecturas marxistas y los textos relacionados con lo que se llamó entonces el eurocomunismo, "un esfuerzo por superar el planteamiento de dictadura del proletariado e intentar ofrecer un rostro humano del comunismo".
"SOBRA CRISPACIÓN"
En este contexto, José María Barreda ha confesado que no es partidario de "idealizar" el pasado, pero ha reconocido que en aquel momento "hubo una gran responsabilidad colectiva que evitó enfrentamientos y propició el acuerdo". Barreda, que actualmente preside el histórico Club Siglo XXI, ha recordado que en esa misma institución Manuel Fraga llegó a presentar a Santiago Carrillo a mediados de los años 70.
"Ahora sobra una crispación excesiva y una polarización tremenda que, desde luego, no favorece el clima que debería haber", subraya. "Siempre he defendido la definición de la política que hacían los clásicos y que para mí ha sido una guía de conducta: la finalidad de la política es sustraer al odio su carácter eterno, y no lo contrario, no fomentar el odio, ni el cainismo, ni el enfrentamiento, sino conseguir la convivencia en paz y tranquilidad, siendo tolerante, respetando el adversario y no convirtiéndolo nunca en enemigo", ha reflexionado.
"Deberíamos partir del principio de que no hay enemigos, sino solo adversarios políticos a los que no hay que destruir sino respetar y combatir con ideas y programas, pero no con descalificaciones e insultos", insiste.
En este sentido, ha reconocido que en aquellos años una parte de la izquierda "despreciaba" a la socialdemocracia. "En aquellos tiempos de la facultad los socialdemócratas eran lo peor, eran despreciados e incluso se les llamaba socialfascistas y reaccionarios, pero francamente cada vez tengo más claro que merece la pena construir un estado socialdemócrata donde haya seguridad para todos desde la cuna hasta la tumba".
Preguntado por su opinión sobre la evolución ideológica del Partido Socialista desde la llegada de Pedro Sánchez a la cúpula del PSOE, sostiene que está muy condicionada a unos momentos "traumáticos".
"La llegada de Pedro Sánchez se produce después de un acontecimiento muy traumático y lamentable, el Comité Federal en el que se le defenestró y que generó una crisis entre la mayor parte de la militancia y los dirigentes políticos que tenían responsabilidad en aquel Comité", ha valorado Barreda, para quien desde ese momento, "la evolución del partido está íntimamente relacionada con ese hecho porque cambió el modelo de funcionamiento, en el sentido de que el secretario general es elegido directamente por los militantes acumulando un poder casi total, mientras que los órganos de intermediación pierden protagonismo". "Eso sencillamente es otro modelo de partido, aunque no sea el que más me guste", ha concluido.