Antaño, los cómicos de la legua usaban guiños hacia el lugar donde actuaban. Era una manera inteligente de ganarse la complicidad del público en aquel peregrinaje nómada de un sitio a otro. ‘Verbo Producciones’ utiliza esta técnica en su montaje de Entre bobos anda el juego. Esa y muchas más, claro. La compañía extremeña triunfa con este clásico de Francisco de Rojas Zorrilla, y lo hace gracias a una adaptación muy particular. Mezcla piruetas escénicas de hoy sin desnaturalizar por completo una obra del siglo XVII.
“Metemos muchos guiños actuales porque la comedia se tiene que alimentar de esas cosas que permita al espectador identificar las bromas y chistes que les proponemos”, declaró a Radio Horizonte el director y productor del montaje, Paco Carrillo, minutos antes de enfrentarse a público del ‘Tomás Barrera’ de La Solana, que acabó disfrutando con el montaje.
Entre bobos anda el juego es un clásico de figurón, donde todo gira en torno a ese personaje. El director ha decidido prosificar el verso del libreto original, aunque sin perder la poesía por completo. El vestuario es más o menos de época, pero el espectador capta en seguida que algo no cuadra con la pureza del libreto original. “La clave está intentar que no parezca moderna, aun siendo moderna”. “Los guiños que hacemos pueden ser muy llevados al siglo XVII, aunque inmediatamente lo identifiques con algo actual; ese es el malabar que intentamos hacer”, argumenta Carrillo.
Bajo este montaje subyace una sinopsis general que no cambia. Es la historia de un poderoso hacendado, Don Lucas del Cigarral, tan adinerado como estrambótico. La protagonista es Isabel, bella joven que le da calabazas y entrega su corazón a Pedro. Finalmente, Isabel se saldrá con la suya y la comedia termina como un cuento de hadas. “Seleccionamos esta obra precisamente porque en muy pocas ocasiones en el Siglo de Oro se da que la mujer termine cumpliendo su deseo”.
El montaje aprovecha para para trasladar el mensaje del derecho de la mujer a decidir. Probablemente el mismo que el autor pretendía. “La inquietud de ellas entonces era la misma que ahora”, recuerda Carrillo. Y detrás de todo, hay un fin último, “que la gente se ría”. “La diversión nuestra en escena la vemos en el patio de butacas”. “Hay una comunión entre público y actores desde el primer momento”. De otra manera, es difícil entender que la obra lleve en escena casi un año, girando con éxito desde su estreno en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres. Y todavía queda cuerda, ya que el calendario de actuaciones está repleto en los próximos meses.