jueves. 21.11.2024

Molière en Almagro: la vida en clave de teatro

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El Festival de Teatro Clásico llega a Almagro en su 46 edición con una atractiva propuesta que revaloriza un año más la actualidad de los Clásicos. Uno de los máximos exponentes de los ecos actuales de la dramaturgia universal es, sin duda, Jean-Baptiste Poquelin.

Coincidiendo con el 350 aniversario de la muerte en París del popular Molière, el grupo teatral Atalaya interpretó una de sus obras más emblemáticas sobre las tablas del espacio escénico de la Casa Palacio de los Villarreal. Bajo la dirección y adaptación de Ricardo Iniesta, esta compañía sevillana, galardonada en el 2008 con el Premio Nacional de Teatro, celebraba sus 40 años sobre los escenarios con El Avaro.

Estrenada en 1668 en el Palais-Royal de París, esta comedia en prosa nos retrotrae a los vicios y extravagancias de la capital francesa bajo la égida del Rey Sol.

Protagonista de la trama, el anciano Harpagón, hace honor al origen de su nombre al aferrarse a la riqueza con un afán desmesurado. Encarnado por Carmen Gallardo, ésta le imprime su prodigiosa capacidad para imbuir de comicidad al temor. Su extraordinaria interpretación de la Celestina y el Rey Lear nos sitúa ante una de las actrices con más arraigada y personal potencia dramática de los escenarios nacionales.

La escenificación de la avaricia encuentra en los siglos XVI y XVII su trasunto en diversas manifestaciones artísticas, como la tabla de los Pecados Capitales de El Bosco. Los cambistas se convierten en objetos recurrentes de la representación pictórica, en consonancia con el sentir general de un momento en el que el vicio y el honor estarían vertebrando los argumentos teatrales.

La sociedad que habitaba la urbe francesa es exhibida sin ambages a través del poder cautivador del teatro. La miseria de los mendigos infraalimentados por Harpagón, la vida licenciosa del burdel regentado por Cayetana o los matrimonios concertados por el avaro para sus hijos elevan a esta comedia de costumbres a la categoría de retrato vital del siglo XVII.

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El espectador observa y participa en los enredos, cómplice de las burlas trabadas contra Harpagón, al tiempo que la obsesión del avaro dialoga con el público del patio de butacas, al que se acerca exhortándole por la desaparecida arca. ¡Todos desean robar su dinero!.

Una escenografía construida por la sucesión de puertas móviles, junto a la omnipresencia musical del elenco de actores dotan a esta excelente adaptación del clásico de Molière de un cariz cómico que coexiste con la reflexión, a propósito de constantes imperecederos, como el amor o la libertad frente a la tiranía del dinero. Los vicios de la humanidad cobran actualidad con la referencia expresa a la problemática de los desahucios.

La codicia del Avaro aporta nuevos matices a este revelador paisaje social, ya esbozado por Moliére en el desprecio hacia el género humano del Misántropo o la hipocresía del impostor Tartufo.

Los equívocos de la trama tejen, en fin, un relato hábil y fluido donde se integran elementos de una potente carga simbólica, como el arca de Harpagón, hacia el que se nos despierta una irremisible compasión.

En el teatro, la humanidad.

Molière en Almagro: la vida en clave de teatro