El rector de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), Julián Garde, y el primer edil de Tomelloso, Javier Navarro, han suscrito un convenio de colaboración que viene a ampliar el estudio de análisis y de propuestas de actuación en las cuevas del barrio de La Esperanza de la localidad ciudadrealeña que vienen desarrollando desde 2022 investigadores de la institución académica.
El abordaje de nuevos trabajos busca reducir el riesgo de colapsos futuros, según ha informado la UCLM.
Investigadores de la Universidad continuarán durante tres años más con los trabajos de análisis para la estabilización de las cuevas del barrio de La Esperanza en Tomelloso, algunas de las cuales llegaron a colapsar en 2021 y 2022 y tuvieron como consecuencia el hundimiento de varias edificaciones y calles.
Ello será posible en virtud de la ampliación del convenio de colaboración que han firmado hoy en el Ayuntamiento de Tomelloso el rector de la UCLM, Julián Garde; y el alcalde de la localidad, Javier Navarro, el cual permitirá el estudio de la cartografía, análisis, diagnóstico y un plan de acción de las cuevas del municipio ciudadrealeño.
El nuevo acuerdo tiene una dotación económica de 336.644 euros por parte del Ayuntamiento de Tomelloso y concreta una serie de actividades que, como hasta la fecha, serán desarrollados por un equipo multidisciplinar de investigadores de la UCLM, liderados por los profesores de la Escuela de Arquitectura del Campus de Toledo, el arquitecto José Aguado Benito, y el geólogo Juan Alonso Aperte.
Los trabajos llevados a cabo en el anterior convenio han permitido localizar y cartografiar 140 cuevas y sistemas de cuevas en el entorno de Tomelloso.
Los resultados de esa primera investigación han proporcionado, entre otros, una cartografía de susceptibilidad del entorno de la zona de estudio, una primera caracterización mecánica del terreno, la formulación de un modelo de colapso, y la definición de los criterios de intervención basados en las observaciones contempladas anteriormente.
A pesar de los avances, los investigadores advierten de que aún existen "numerosos trabajos que deben ser abordados para reducir el riesgo de colapsos futuros".
Estas acciones quedan contempladas en el nuevo convenio y abarcarán desde la ampliación e intensificación de la campaña de prospección para localizar y diagnosticar nuevas cuevas, hasta la monitorización e intervención en aquellas que hayan sido identificadas como de mayor riesgo, así como una mejor compresión del problema mecánico y su relación con las variables ambientales.
El seguimiento y la monitorización de las cuevas permitirá una lectura precisa de los movimientos y acelerones en superficie y en las bóvedas, y podrá emplearse para la elaboración de un sistema de alerta temprana para decidir sobre el orden de intervención.
Como trabajos más concretos, el convenio recoge el reconocimiento, cartografía e inspección de las cuevas, utilizando técnicas como la interferometría radar y la realización de sondeos.
A ellos se suma, un sistema de monitorización que incluirá el seguimiento de la humedad, temperatura, dióxido de carbono y movimientos en el interior de las cuevas, para lo que se instalarán clinómetros, distanciómetros y fisurómetros que transmitirán los datos de forma remota; un análisis exhaustivo de las condiciones del terreno y su interacción con las estructuras de las cuevas, evaluando el efecto de las variaciones ambientales Además de estas taras, el acuerdo también incluye el desarrollo de un curso de formación para técnicos locales para la capacitación en inspección de cuevas.